El diagnóstico psicológico es frecuentemente confundido con el diagnóstico médico de una afección orgánica, así que vamos a empezar diferenciándolos para tener una visión más clara del campo.
El diagnóstico médico
Un diagnóstico médico de una afección orgánica, en la gran mayoría de los cosas, se refiere a una condición que se puede observar directamente con instrumentos especializados: se puede detectar el agente patógeno de una infección; se puede observar la proliferación descontrolada de células; se puede ver la obstrucción de un vaso sanguíneo por un trombo; se puede examinar directamente la fibrosis de un hígado enfermo, etc. Es por esta razón que es adecuado que se diga que “se tiene” una gripe, un cáncer, un infarto o una cirrosis.
El diagnóstico psicológico
El diagnóstico psicológico, sin embargo, se refiere a síntomas o funcionamientos mentales-emocionales que no tienen una base orgánica observable –– se infieren por los comportamientos del paciente o por lo que dice que le está pasando. A pesar de los progresos en las neurociencias, estamos todavía a años luz de comprender la complejidad del cerebro lo suficientemente como para poder decir, con una exactitud comparable a la del diagnóstico médico orgánico, qué estructura cerebral da lugar a un comportamiento mental-emocional específico en ese momento.
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