El propio término “terapia” proviene del griego “therapeutikós” y significa “aquel que cuida de otra persona”. Ahora bien, quien cuida es un profesional entrenado y capacitado para tal fin a través de una serie de estudios y prácticas. Su propósito no es exactamente “cuidar”, sino facilitar estrategias adecuadas y herramientas para que las personas puedan por sí mismas alcanzar el equilibrio y el bienestar.
Estamos ante un proceso activo y proactivo entre dos o más personas. Es una relación de trabajo intensa, dura a veces, un viaje de descubrimientos, de creatividad y de dinámicas interpersonales donde no vale quedarse quietos, donde el terapeuta no se limita a dar consejos o directrices sobre lo que su paciente o cliente está obligado a hacer. Tal y como nos explica Richard Lazarus, “el objetivo de la terapia es enseñar a ver los problemas como desafíos y no como amenazas”.
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